Rambleando, la acción de pasear por las ramblas… en este
caso por Las Ramblas de Barcelona. Actividad icónica de la capital catalana.
Hoy, tras los horribles atentados de ayer en Barcelona, los ciudadanos
de la ciudad condal han querido mostrar su valentía, unidad, su valor y
solidaridad, recuperando Las Ramblas, y rambleando
como lo han hecho siempre.
En mi caso es uno de los recuerdos más bonitos de mi infancia.
Por aquel entonces visitaba a mi abuelo en verano. Juntos, desde casa,
bajábamos por Paseo de Gracia, dábamos de comer a las palomas en Plaza
Catalunya, y terminábamos el paseo por las queridas Ramblas de mi abuelo…
Para mí era algo muy especial. Por ser mi abuelo, por ser
Barcelona, pero sobretodo, por la tranquilidad que ese paseo me daba. Yo estaba
acostumbrado a una Bogotá violenta. Una ciudad donde no podía salir a la calle,
donde salir a pasear y dar de comer a las palomas (todo un sueño para un niño)
era algo impensable. Tal vez desde entonces ya empezaba yo a querer vivir en
Barcelona.
Las Ramblas, icono de Barcelona, disfruté de todos los
barceloneses y de quienes vistan esta ciudad magnifica. Y hoy más que nunca,
icono de la unidad mundial frente al terror y los extremismos.
Al margen del dolor que sentimos, quiero compartir dos
reflexiones. La primera: la solidaridad de los barceloneses. Esa que nunca para
de sorprenderme. Solidaridad que no quiero que nunca perdamos.
La segunda: que no nos gane el odio. Muchos hablan hoy de no
tener miedo (“no tinc por”, en catalán, era el cántico hoy en Las Ramblas). Y está
muy bien. No hay que llevarnos por el miedo. Pero a eso le sumaría yo, tal vez
más importante para mí, que no nos dejemos llevar por el odio. La crispación de
los tiempos actuales y los “ismos” de hoy día (fundamentalismos, nacionalismos
y racismos incluidos) son los que están debilitando nuestras sociedades (y
nuestro espíritu humano). Y están todos arraigados en el odio a los otros, a
los que no entendemos. Si nos gana el odio, nuestra corazón y mente se nublan…
nuestra sociedad pierde sentido. Con odio perderemos la solidaridad y la
diversidad que siempre ha caracterizado a Barcelona, que siempre ha
caracterizado a nuestras Ramblas…y ya no habrá nada que defender.