A principios de la crisis escribí un artículo (Eficiencia y Crisis) abogando por políticas nacionales e internacionales encaminadas principalmente a la creación de empleo y la capacitación. En el ámbito empresarial abogaba por una reflexión sobre la productividad y la necesidad de recuperar eficiencia, principalmente la eficiencia gerencial; el control de los costos NO productivos. Sigo creyendo que el análisis tiene especial relevancia en España.
Estos días estamos viendo como de nuevo la bolsa se resiente significativamente. La aparente recuperación económica de finales de 2009 se ha transformado en previsiones pesimistas para 2010 acompañadas de alarmadores indicadores económicos; el principal de ellos una tasa de paro que amenaza superar el 20%!
La mayoría de empresas españolas en aprieto han aprendido la lección; han sabido reducir sus costos para intentar seguir siendo competitivas. ¿Cómo? The spanish way!. Claro. Estamos viviendo una situación en la que las empresas se están adaptando a la inversa; reduciendo costos productivos en vez de improductivos! Y la forma más fácil de hacer esto es despidiendo trabajadores; de ahí nuestra “hermosa” cifra de paro.
Las empresas deberían estar trabajando en recuperar el crecimiento de la productividad, de vital importancia en una verdadera recuperación económica, al igual que reduciendo costos innecesarios (x-inefficiency) como los lujos empresariales y demás (a los que hice referencia en mi artículo anterior) y sobre todo los altísimos salarios y bonos de directivos. Por el contrario la respuesta ha sido reducir plantillas y, ahora con la ayuda del gobierno, reducir salarios.
La adaptación a la crisis en España está siendo absorbida por el mercado laboral. Mayor desempleo, salarios más bajos y mayor precariedad. Que a su vez se traduce en menor demanda y mayor contracción económica. Al mismo tiempo que tenemos mismas tasas de productividad, iguales tecnologías, en muchos casos anticuadas, igual despilfarro energético, sectores internacionalmente solo competitivos gracias a subsidios y salarios inferiores, dependencia cada vez mayor del turismo y sectores derivados y creciente presión sobre nuestros recursos naturales.
¿A que me suena familiar lo anterior? Si no encabezará el párrafo haciendo referencia a España, convencería a cualquiera de que estamos hablando de una economía en fases iníciales de desarrollo económico; tal vez en América Latina o incluso en África! A eso es a lo que estamos llevando la economía española con nuestra salida de la crisis the spanish way.
¿Qué debemos hacer?
Si queremos realmente que la crisis sea, como en mandarín, una oportunidad para reforzar nuestra economía, tenemos que cambiar muchas respuestas que estamos adoptando frente a sus desafíos.
En cuanto a política económica es verdad que hacen falta reformas. Reformas que garanticen el desarrollo económico a largo plazo, no simples reformas a corto plazo que busquen salidas de “supervivencia” para las empresas. Sin embargo, lo primero y fundamental por múltiples razones (económicas, políticas, sociales y humanas) es recuperar el empleo y con ello la demanda y la buena actividad económica. En este sentido dos mercados son clave: el laboral y el inmobiliario.
En el mercado laboral más que reformas que precaricen el trabajo hacen falta medidas que faciliten y regulen la contratación (como la regulación de contratos en prácticas que lo único que están generando es mayor desempleo de personal cualificado y menor productividad), medidas de recapacitación para que desempleados de sectores en caída puedan trabajar en otros sectores y medidas de fomento para el trabajo autónomo. De igual forma medidas que faciliten la creación empresarial.
En el mercado inmobiliario la clave está en reformas de flexibilidad (bajada) de precios, regulación de la reclasificación de la tierra y planes de reactivación de la compra-venta. Es totalmente absurdo que los precios de la vivienda sigan en los niveles que están a pesar de la crisis económica y de las bajadas fuertísimas en otros países, muchos en mejores situaciones. Una mayor oferta pública que genere competencia y posibilidades reales de compra para jóvenes sin necesidad de créditos extraordinarios puede ser una buena medida, consiguiendo a la vez reactivación sostenible del sector y generación de empleo (con la construcción).
Reactivada la economía y el empleo podemos hablar en una perspectiva temporal un poco más amplia. Hace falta transformar industrias del pasado. Muchos sectores industriales no son actualmente eficientes ni competitivos a nivel internacional. Las empresas que los componen tienen que modernizarse o encontrar nuevos desarrollos empresariales (nuevas técnicas de gestión, nuevos productos o mercados, etc) que les den viabilidad económica a largo plazo más allá de la reducción de costos laborales. Por otro lado, España tiene que diversificarse; no podemos seguir dependiendo de sectores volátiles como la construcción y el turismo. Paralelo a todo el proceso, como ya se ha mencionado, España ha de conseguir incrementar la productividad de su trabajo mediante programas de constante capacitación, movilidad laboral, incentivos al desarrollo empresarial, competencia sana, adopción de mejores tecnologías, etc.
Otras reformas necesarias involucran las de fomento industrial. Más que subsidiar industrias ineficientes (que es lo que el gobierno ha venido haciendo con parte del plan E) y que lo único que hace es post-poner el problema, se deberían destinar más recursos al desarrollo de nuevas industrias con mayor potencial de desarrollo. Inversiones que generen empleo a corto plazo a la vez que desarrollo económico a largo plazo. Un ejemplo positivo han sido las grandes inversiones en infraestructuras (AVE, puertos y otras).
En cuanto al sector financiero, aún esperamos reformas importantes y eficaces a nivel nacional e internacional. El crédito sigue siendo fundamental para el desarrollo empresarial y el buen funcionamiento de la economía, lo que está claro es que hace falta una mayor regulación de la gestión de los bancos y de las transacciones de grandes capitales de forma que los recursos financieros tengan destinos productivos y no especulativos y no generen la inestabilidad de estos años. A nivel nacional, mayores fondos de reserva anti cíclicos y a nivel internacional, sincronización de sistemas fiscales entre países, supervisión de diferenciales en tasas de interés y tipos de cambio entre monedas y mayor transparencia en inversiones, son todas medidas factibles que pueden tener muy buenos efectos estabilizadores.
Por último, no hay que tener miedo a un déficit fiscal algo más elevado a los de recientes años para estimular la economía y salir de la crisis. Siempre y cuando estos déficits generen mayor capacidad productiva y demanda sostenida, no especulativa, y que estén financiados de forma que se garantice la estabilidad fiscal futura.
En todo caso, está claro que la buena y sostenida salida de la crisis requiere cambios importantes tanto en el sector público - política económica - como privado empresarial - inversiones, procesos productivos y gerenciales - (sin olvidar nuestros propios hábitos de consumo y ahorro).
David Castells Quintana
www.decastells.blogspot.com
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