Con la muerte de Chávez han rebrotado
infinidad de opiniones sobre su figura, su filosofía, sus políticas, sus
ambiciones. Más aún, su muerte ha supuesto una oportunidad para opinar a
libertad sobre la democracia en América Latina y sus gobiernos, en particular
sobre los giros radicales que el continente ha dado en la ultima década. Y,
dada la relevancia de Chávez y el contexto de su muerte, las opiniones no
faltan tanto desde Venezuela misma como desde los demás países de la región, desde
España y el resto del mundo. Opiniones en general enfrentadas entre sus
partidarios y sus opositores, defensores y críticos. Algo parece claro, Chávez no dejó a casi nadie indiferente.
Parece difícil ser neutral al
opinar sobre Chávez (y se que corro el riesgo de generar tensiones al escribir
sobre él). Los mismos medios de comunicación lo presentan como un tirano a la
vez que luego alaban su coraje y voluntad política. Pero en la mayoría de los
casos la atención se centra en su figura y poco análisis serio se hace sobre
los éxitos y fracasos de sus políticas, que es lo que al final debería
interesarnos. En especial, sus 14 años de mandato y de políticas radicales
pueden suponer para Venezuela, y para los demás países de la región (e incluso
para países como España) una oportunidad
de lección de política económica, tanto de errores como de éxitos.
Al margen de la figura de
Chávez, de sus excesos y controversias, las
políticas de su gobierno han supuesto un cambio radical para su país, tanto para
lo bueno como para lo malo (y mi objetivo en estas líneas no es ni defender
ni atacar a Chávez, a eso ya se han dedicado muchos). Mi interés es resaltar
algunas de las experiencias recientes de Venezuela que creo que pueden ser de
gran valor para el contexto Latino Americano, pero no solo para este.
América Latina ha sido siempre
la región más desigual del mundo. Lo ha sido por razones históricas, pero
también por la indiferencia de sus elites y las políticas de sus gobiernos.
Pero América Latina es también la región
del mundo que más está reduciendo la desigualdad en los últimos años (tal
que así lo resaltó recientemente The Economist). Aunque dicha experiencia de
reducción no sea generalizada. Por un lado hay países como Colombia y Perú, que
a pesar de ser de los que más crecen en la región, siguen una senda de
polarización creciente. Colombia lo hace de tal forma que es hoy (como lo
describí ya en este blog) el país más desigual de América Latina y unos de los
más desiguales del mundo. Un país donde la pobreza sigue siendo
abrumadora. Por otro lado, otro grupo de
países esta impresionando con reducciones
nunca vistas en la región de pobreza y de desigualdad. Y lo están haciendo
gracias a políticas sociales decisivas y constantes. Países dentro de los que
se encuentran Brasil y también Venezuela.
Bien es cierto que la situación
macroeconómica de Venezuela no es la mejor, y el gobierno de Chávez cometió
infinidad de errores en la gestión macroeconómica del país. Pero la situación
macroeconómica de Venezuela tampoco fue de maravilla antes de Chávez (de hecho
los niveles de inflación, por ejemplo, eran superiores antes de su llegada). En
tal sentido, no mucho ha cambiado. Lo que sí ha cambiado, y de forma
sorprendente y comprobada por diversidad de organismos internacionales, son los
índices de pobreza, desigualdad y prestaciones sociales. La pobreza se ha reducido en Venezuela del 62% en el 2005 al 27% en el
2011!!!, y lo ha hecho de la mano de reducciones de la desigualdad. De hecho Venezuela presenta hoy los menores
niveles de desigualdad de toda América Latina! (ver figura) Y lo hace gracias a que la
inversión en educación, salud y seguridad social no ha parado de crecer,
mientras en países vecinos se ha estancado.
Es el petróleo! Argumentan
muchos, al tener Venezuela la segunda mayor reserva del mundo. Pues excelente! En el pasado los petrodólares solo
sirvieron para seguir enriqueciendo a las élites de siempre. Elites que
protestan ahora al ver que la riqueza de su país empieza a ser mejor
distribuida. Por nuestra parte, desde España, hipócritas como muchas otras
veces, mientras en voz alta nos alarmamos y criticamos las necedades de Chávez,
en voz baja estábamos encantados de haberlo convertido en el primer cliente de
nuestra vergonzosa industria armamentista.
Los pueblos de América Latina
vivieron durante décadas viendo como sus elites, apoyadas en gobiernos de
derechas, de intereses particulares, explotaban la riqueza de sus países
olvidándose de sus pueblos, tensando la cuerda hasta romperla. Hoy por hoy, la izquierda, populista si quieren
llamarla, tiene como base de toda su fuerza el olvido constante e insensible de
las clases dirigentes de siempre. Y a pesar de sus extravagancias y errores
(a corregir y evitar a toda costa en gobiernos venideros) la izquierda en
América Latina ha conseguido en varios países (como Venezuela pero también como
Brasil y Ecuador) lo que durante mucho tiempo la derecha no quiso hacer,
redistribuir la riqueza en pro de la disminución de la desigualdad y la opción
de salir de la pobreza de millones de latinoamericanos. Disminución de la
pobreza y de la desigualdad que sigue sin llegar en aquellos países, como
Colombia, donde las elites de siempre siguen dominando y olvidándose de los
demás. (Elites a las que seguramente estas líneas les parecen necia. A ellas lo
que les importan es que no se acumulen las basuras en frente de su casa). Y no
es casualidad que la reducción de la desigualdad coincida con gobiernos
sociales. El estudio de la evolución de la distribución del ingreso en América
Latina (por mi parte y por parte de diversos economistas de fuera y dentro de
la región) muestra claramente el papel
fundamental de los gobiernos de izquierda en la considerable reducción de la
desigualdad dada durante las ultimas décadas. Y tampoco es casualidad que
millones de venezolanos, a pesar del resto, guarden pasión por Chávez y por su
revolución.
Ojalá el nuevo gobierno de
Venezuela, y los que tengan que venir en América Latina, corrijan los excesos
de Chávez y eviten sucumbir a la corrupción del poder. Ojalá gestionen mejor la
macroeconomía del país. Ojalá eviten dividir a sus pueblos y fomentar tensiones
innecesarias. Pero ojalá también no se olviden de que su principal
responsabilidad es para con el bienestar de todos sus ciudadanos, en particular
de los menos favorecidos. Ojalá no vuelvan, como en el pasado y como aún sucede
en muchos países de la región, a olvidar las necesidades de sus ciudadanos y a
gobernar solo pensando en los intereses de unos pocos. Lección relevante para América Latina pero nunca más oportuna para
España, donde mientras la mayoría se hunde unos pocos siguen enriqueciéndose ya
sin vergüenza alguna, convirtiendo a España (según la OECD) en el país
desarrollado donde la desigualdad más crece. (De hecho, al ritmo que vamos, no
me extrañaría ver en un futuro no muy lejano, por el peso mismo de la situación
(como sucedió en Venezuela) gobernar en España a nuestro propio Chávez!)
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