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domingo, 22 de abril de 2012

Recortes, solidaridad y día de la tierra

El tema del día en España es, con permiso de su majestad y sus aventuras africanas, y de doña Cristina y la expropiación de YPF, el de los recortes del gobierno que ya llegaron a las supuestamente intocables sanidad y educación. ¿Qué lectura podemos hacer? 1) que Rajoy no hizo más que mentirnos durante su campaña. Aunque eso ya quedó claro hace rato. 2) Que la situación es realmente tan apremiante que hay que recortar de donde sea, y 3) que nuestro querido estado del bienestar empieza a ser cosa del pasado. Pero el debate ahora vuelve ahora a centrarse, esta vez gracias al FMI, sobre si tanta austeridad fiscal en plena recesión económica no puede ser demasiado exagerada. Pongámoslo claro. La receta tradicional, y si bien aplicada exitosa, ha sido durante décadas una política económica expansiva en tiempos de crisis y una contractiva en tiempos de auge. El problema es que en los tiempos de auge se nos olvido lo que había que hacer y permitimos una burbuja que teníamos que haber controlado. O tal vez no olvidamos lo que teníamos que hacer, pero hicimos la vista gorda primando nuestro enriquecimiento a corto plazo. Ahora pagamos nuestra insensatez; nos encontramos frente a la necesidad de políticas expansivas contra la necesidad paralela y opuesta de controlar nuestro endeudamiento. La decisión se vuelve muy dura: ¿austeridad máxima para controlar la deuda y esperar recuperar competitividad, pero recesión a largo plazo? ¿O favorecer la recuperación y dejar el saneamiento de cuentas para mejores tiempos? Veamos. La primera opción (austeridad estilo Rajoy) no solo implica no crecer de momento, un deterioro en nuestro nivel de vida y el continuo sufrimiento de millones de desempleados en aumento, también tiene un riesgo claro que del que ya todos éramos consientes pero que ahora el FMI pone en oficial evidencia: el negativo crecimiento puede reducir los ingresos fiscal en tal magnitud que los recortes pueden terminar perpetuando el déficit fiscal. ¿Solución si esto sucede? La que si vislumbra; cargarnos el estado del bienestar y minimizar el estado lo máximo posible. ¿Alternativa? Hacer todo lo posible por sanear las cuentas públicas, pero hacerlo de forma que realmente garantice una mayor competitividad en el futuro y minimizando el costo presente en términos de crecimiento y empleo. Al margen de cuánto y cuando recortar (lo que parece centrar el debate actual), debemos volver al debate de donde recortar. Existen muchos ajustes en la administración que aún pueden hacerse sin necesidad de perjudicar nuestro modelo social y nuestra capacidad para crecer. Quedan muchos recortes que hacer en gastos administrativos superfluos que poco aportan a nuestra economía y nuestra sociedad; salarios y dietas de altos funcionarios públicos, limpieza de alfombras del congreso (casi medio millón de euros), etc. En cambio, el gobierno se empeña en recortar más donde menos debería! Los datos (por ministerio) son claros: los mayores recortes se dan en Asuntos Exteriores y Cooperación (54.4%), Fomento (34%), Industria (31.9%), Medio Ambiente (31.2%) y Educación, Cultura y Deporte (21.2%). Por el contrario, los menores recortes: Defensa (8.8%), Interior (4.3%) y Presidencia (3.8%)! Si si, Presidencia; es decir los sueldos y gastos de los mismo que nos piden un esfuerzo mucho mayor a los demás! Clarito como el agua; todos a ajustarnos el cinturón y a renunciar a servicios sociales básicos, pero el señor Rajoy y sus coleguitas a seguir como si nada! ¿Futuro? Menor gasto en aquello que precisamente puede garantizar nuestra competitividad y nuestras posibilidades de crecimiento sostenido y prosperidad para todos. Particularmente preocupante, menos investigación y peor calidad educativa en España. Igualmente preocupante, triste y decepcionante, menor gasto en cooperación internacional, cuando nuestra solidaridad más debería definirnos, y menor gasto en medio ambiente cuando todos los científicos nos advierten de la necesidad de actuar ya frente al deterioro medioambiental! En el día de la tierra, cabe reflexionar. Al final va y Rajoy tiene razón; si seguimos como vamos y nuestra política no cambia no tendremos que preocuparnos, destruiremos tanto el medio ambiente que no habrá espacio ni para crisis!

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