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domingo, 13 de mayo de 2012
12M: indignados y los rescates a la banca
Decena de miles de españoles de todas las edades (no solo jóvenes) y colores políticos (no solo de izquierda, aunque seguro mayoritariamente) invadieron nuevamente las plazas de las principales ciudades españolas ante un país en crisis.
Que el movimiento expresa un malestar casi global de la sociedad española frente a la situación actual es claro. Que quiere manifestar su desaprobación y alejamiento con la clase política también lo es. Lo que todavía no es del todo claro, y por lo que se le critíca, es que es lo que realmente pide el 15M. “Democracia real y un sistema económico más justo”, “que se acaben las guerras”, “que se acabe la crisis”, si, ¿pero aplicando que medidas concretas? Con qué políticas? De que forma?
Desde el mismo movimiento, de hecho, se han sugerido propuestas de política concretas, algunas poco realistas pero otras muy sensatas y que se aplican en otros países -como la posibilidad de dación por pago de deudas hipotecarias. Pero los analistas, mientras por un lado le dan crédito al movimiento por recobrar el debate político de base social y recuperar temas a la agenda política, le siguen criticando la falta de pragmatismo, de liderazgo claro, de articulación, de ideología y programas definidos.
Sin embargo, precisamente eso es lo que no debemos esperar del 15M y en donde fallan quienes analizan y critican al movimiento. No debemos esperar un proyecto de gobierno ni un modelo de política económica. El 15M no es un partido político, ni tiene intención de serlo, ni es una nueva ideología, ni representa a un nuevo sector social ni pretende promover un programa de política. El 15M es resultado de un país devastado por la crisis económica y financiera, con los peores indicadores de la OCDE; con más de un cuarto de la población activa en paro, donde más de la mitad de los jóvenes que quieren trabajar no puede hacerlo y donde las desigualdades sociales más se han incrementado y no paran de hacerlo.
Pero el 15M también es resultado de un modelo productivo, social y político, anterior a la crisis, que hace años entró en decadencia y que no hemos querido renovar. Un modelo productivo de baja productividad y basado en sectores donde esa misma productividad no depende del desarrollo tecnológico -fuente última del crecimiento- sino de los costes salariales; sectores como la construcción y el turismo. Sectores a su vez altamente desiguales en sus retribuciones y que han polarizado la sociedad española. Y un modelo político bipartidista, estancado en el pasado. Un modelo en el cual, aunque afirmen constantemente lo contrario, el interés del partido está por encima de todo, incluso del interés social. Cuyos políticos mienten sin vergüenza y luego defienden y aplican políticas económicas diferentes a las que anuncian en sus campañas. Políticos que solo velan por intereses particulares; en espacial los suyos y los del capital financiero.
El 15M es precisamente una expresión del cansancio y sufrimiento actual de la sociedad española consecuencia de estos modelos. Modelos que nuestra clase dirigente, en vez de renovar, se empeña en perpetuar e incluso reforzar usando la crisis como coartada para aplicar una política económica en su favor. Una política económica que no solo no da resultados económicos, sino que ya pocos se atreven a defender. Un política económica que siempre ha tenido como objetivo -no se dejen engañar- no la reducción del paro y el mayor bienestar social, sino el reforzamiento de una estructura social en la que unos pocos se enriquecen a costa de la mayoría, y que en los últimos años se ha visto amenazada por la crisis. Y no es mera crítica marxista al capitalismo; es la verdad del modelo económico español donde “los más listos” se han enriquecido gracias al boom inmobiliario-financiero-turístico olvidándose de la productividad, la investigación, el desarrollo y el medio ambiente, y que antes de ceder prefieren hoy, con el respaldo de Merkel y el BCE, seguirse enriqueciendo a costa del esfuerzo del resto.
Por qué siempre hay dinero para salvar a los bancos pero parece faltar para hospitales? Por qué se puede “inyectar” dinero gratis (es decir pagado por todos los contribuyentes) al sistema económico a través del sistema financiero pero el BCE se niega a financiar a los estados en épocas de necesidad? Por qué tenemos que pagar todos los españoles nuestra deuda pública al 7% de interés cuando los bancos reciben dinero gratis? Por qué se declara amnistía fiscal a las grandes fortunas que defraudaron durante años y ahora se amenaza al resto alargando a 10 años la prescripción por impago?
Y es que la gente no es tan tonta, como los políticos creen. Muchos españoles están hartos, indignados al extremo, de que la clase política se olvide de los intereses de la mayoría, y por eso seguirán invadiendo calles y plazas, movilizándose y denunciando. Esperemos que, al seguir subiendo el paro y seguir empeorando la situación, las movilizaciones sigan siendo al menos tan pacíficas como hasta ahora.
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