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lunes, 23 de julio de 2012

Apague y vámonos? Hay todavía margen de maniobra para España?


Se aviso, se le advirtió al gobierno, se mostro evidencia con datos, se le propusieron alternativas, se le rogó lo que se pudo. La oposición intentó hacérselo ver, la gente salió a la calle y se manifestó, incluso los inversores internacionales emitieron señales al respecto. Pero no, nada sirvió, el gobierno de España se ha aislado, no ha querido escuchar a nadie (excepto a los alemanes), no ha querido reflexionar y cambiar su postura. O tiene muy clara su estrategia (ya revelada de desmontar el estado del bienestar en favor de intereses privados) o le falta la voluntad política para afrontar el cambio de rumbo necesario (que requeriría volver a apostar por un crecimiento sostenible y, aunque se esmeren es decir lo contrario, aún posible). En cualquier caso, el resultado es ya evidente; España colapsa (quería decir se quema, pero la expresión ha tristemente perdido su metaforismo en los últimos días).

Los indicadores (prima de riesgo, déficits públicos, índices bursátiles, crecimiento, desempleo, desigualdades, etc.) están todos ya en rojo y sin previsión de mejora. Estamos en caída libre y no sabemos ya que hacer. O al menos el gobierno no sabe ya que hacer para evitar que su estrategia no tenga como efecto secundario el colapso económico y social del país. Para el resto, ya desesperados, cansados de luchar contra corriente, exhaustos de no ser escuchados, inquietos ante la dramática e incontenible situación, ya no parece haber salida.


El gobierno se ha quedado solo. Incluso los aliados europeos del gobierno le han dado la espalda; el Banco Central Europeo ya le ha dicho a Rajoy que se olvide de esperar que Europa vaya a solucionar sus problemas. La confianza en nuestro país esta totalmente socavada. Y es que ya prácticamente nadie confía en que las políticas de austeridad vayan a funcionar (si es que les queda aún margen). En todo caso no van a funcionar en un plazo temporal razonable y desde luego no en la forma en que dicha austeridad se esta aplicando. Su implementación está siendo tan injusta y sus efectos tan duros que sus consecuencias bordan la ruptura social. Si algún pretendido beneficio en términos de competitividad en realidad llega en tan esperado largo plazo, habrá que sopesarlo con el gran coste y lastre que el elevado y persistente desempleo y las desigualdades crecientes representan hoy y representarán en el futuro para la economía española.

Que se puede hacer? Es que acaso hay otra salida? El gobierno y quienes aún lo defienden argumentan que no nos queda más remedio, que no hay dinero y que la situación es urgente.

La situación ya era urgente cuando el PP llegó al gobierno. El problema ha sido apostar por políticas económicas inadecuadas y poner por encima el interés privado de unos por encima del futuro general del país. El déficit es una cuestión de gastos pero también de ingresos. Apostar por ahorcar una economía en profundo shock y depresión esta demostrando ser un suicidio. Forzar austeridad y recortes para las clases medias y bajas mientras se premia a los irresponsablemente enriquecidos ha llevado al país a la polarización y al colapso.

Aunque parezca hoy increíble, salir de la crisis no es imposible. El problema es que ello depende de una voluntad política hoy inexistente en España. Otros países en el pasado han podido superar problemas de déficit fiscal incontrolado (leer por ejemplo el caso de Ecuador relatado en el Monde Diplomatique en español de este mes). Lo han hecho poniendo por encima el bienestar nacional al de los acreedores, reduciendo su deuda, reforzando el crecimiento económico y el empleo y mejorando la capacidad de financiación sostenible tanto a corto como a largo plazo.

Qué hay que hacer? Lo pongo fácil y en orden de urgencia (y no me atrevería a creer que tengo la solución sino fuera por que los errores del gobierno son tan evidentes y su postura tan obstinada. Además solo recojo y sintetizo lo que ya varios expertos demandan). 1) Austeridad donde toca; recortando los gastos superfluos del gobierno (ya puestos en evidencia), no atacando la capacidad adquisitiva de las clases medias y bajas, y destinando cualquier recurso económico a potenciar la actividad económica de forma directa, y no a través de los rescates a la banca que terminan en los bolsillos de unos cuantos. 2) Si el BCE no colabora, renegociar posibilidades de financiación en un marco en el que los acreedores acepten responsabilidades (como ya hizo el mencionado Ecuador o Islandia) y España deje de ser una fuente de lucro pagando más de un 7% de interés a los mercados. Pagar intereses de la deuda no puede ser la prioridad (como prevén los presupuestos del 2013) en un país donde el desempleo es tal como en España. 3) Contrarrestar el disparado aumento de las desigualdades y potenciar el crecimiento y el empleo. Esto último para asegurar un recuperación sostenible. Y pongo reducción de las desigualdades, crecimiento y empleo juntos pues reducir la desigualdad es no solo un fin en si mismo sino también un poderoso instrumento de recuperación económica en tiempos de crisis. Reducción que es posible sin aumento del gasto, simplemente repartiendo mejor la carga de la crisis.

Al reducir la desigualdad el consumo agregado aumenta - dado que los ricos tienen una propensión mayor al ahorro - y aumenta la demanda de bienes y servicios producidos en España - dado que el consumo de las clases medias se concentra en mayor proporción que el de las clases ricas en bienes nacionales. Así mismo, la reducción de la desigualdad y el aumento de consumo agregado refuerzan la confianza en la economía y la fortaleza de la misma. En tercer lugar, la reducción de la desigualdad lleva con casi total probabilidad al incremento de los ingresos fiscales, en especial en España donde la recaudación la soporta en su mayor proporción la clase media. Finalmente, es ya de consenso que una distribución del ingreso controlada favorece el desarrollo a largo plazo.

Así pues, lo que queda por ver en España es si la voluntad política, frente al colapso que se avecina, cambia y el gobierno afronta las responsabilidades que el electorado le ha encomendado (en base a un programa totalmente desmentido). O si por el contrario el interés privado de unos pocos refuerza su supremacía mientras se reparte los restos de lo que quede del país (en una más que posible situación que evocaría a nuestro autóctono quebrantahuesos aprovechándose de la carroña de los que no sobreviven a las dificultades del paisaje español). 

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