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sábado, 24 de noviembre de 2012

La madre de todos los males! Pobreza, desigualdad y escasa movilidad social en Colombia


Durante los últimos años el debate sobre la pobreza en nuestro país ha retomado fuerza. Tras muchos años relegadas frente a otras prioridades como el conflicto armado y el narcotráfico, las políticas sociales y la lucha contra la pobreza han vuelto a lo más alto de la agenda política (en especial desde la llegada de Santos a la presidencia). De hecho, gracias a esa nueva voluntad política, pero en especial gracias a varios años de bonanza económica tras la crisis de principios de siglo, hemos visto una mejoría. Según los datos del Departamento Nacional de Planeación, y usando la nueva metodología, el porcentaje de colombianos por debajo de la línea pobreza (por ingresos) fue del 37.2% en 2010 mientras lo fue del 40.2% en el 2009. Por su parte el porcentaje de colombianos en indigencia (pobreza extrema) fue del 12.3% (más de 5 millones de colombianos) en el 2010 frente a 14.4% en el 2009.

Sin embargo, Colombia sigue siendo uno de los países de nuestro entorno con mayores niveles de pobreza extrema, y lo es de forma excesiva para su nivel de ingresos, clasificado por estándares internacionales como de medio alto. Por ejemplo, y sin ir muy lejos, Ecuador con 36%, Perú con 31.3% y Venezuela con 29%, tres de nuestros vecinos y todos también países de ingresos medios altos, tienen niveles inferiores de pobreza. De hecho, Colombia, tras Bolivia, se mantiene como el segundo país de Sur América con mayores porcentajes de su población en situación de pobreza y pobreza extrema.

¿Por qué reducir la pobreza en Colombia es una tarea tan ardua? ¿Cuáles son las causas, dinámicas y consecuencias que perpetúan la pobreza en nuestro país? La revista The Times resalta esta semana en portada el papel central y determinante de la desigualdad en la actual crisis económica mundial y dedica todo un informe especial a analizar su evolución creciente en la mayoría de los países en las distintas regiones del planeta. El informe resalta a Latina América como la región más desigual del mundo. Pero igualmente resalta a los países latinoamericanos como varios de los que mayores esfuerzos han realizado para reducir dicha desigualdad durante las últimas décadas, haciéndolo mediante un gasto cada vez más progresivo – en especial en educación – y programas de transferencias condicionales a los más pobres. Así, la desigualdad promedio en los países de la región es la más baja de las últimas tres décadas. Un excepción resalta sin embargo: Colombia.

Nuestro país, a consecuencia de sus estructuras altamente desiguales, padece de una peor distribución del ingreso y de niveles de pobreza significativamente más elevados que la mayoría de los países de ingresos similares. El crecimiento económico sostenido no se traduce en reducciones significativas de la pobreza en Colombia sino en incrementos de los niveles de desigualdad del país. Colombia es hoy, tristemente y según datos internacionales del Banco Mundial, el país más desigual del mundo! Lo es mirando datos disponibles para el 2010 y 2011. El coeficiente de Gini (que mide la desigualdad de ingresos, siendo 1 desigualdad extrema y 0 igualdad perfecta y que subió al 0.560 en el 2010) fue el más alto de los países considerados. Nuestro país también fue primero si nos fijamos en la concentración de la riqueza en el 10 por ciento más afluente (una estadística de moda): en Colombia el 10 por ciento más rico concentra un 44.4 por ciento de los ingresos nacionales. Si también consideramos datos desde 2007, para completar una cobertura de 170 países (dado que no se disponen datos anuales para todos los países) solo Honduras, Seychelles y Sur África registran niveles de desigualdad mayores (además de República Centro Africanas en el caso de la concentración de la riqueza en el 10% más rico).

En Colombia los pobres están claramente excluidos de la generación de la riqueza. Las estructuras económicas y sociales de nuestro país condenan a las nuevas generaciones nacidas en pobreza a sufrir las mismas dificultades de sus progenitores; estamos también dentro de los líderes en menor movilidad social. Mientras en Perú existe una correlación entre la educación de los padres y los hijos del 0.5, en Colombia esa correlación es del 0.7 (según informes de Fedesarrollo). Dado que la educación es decisiva para definir el nivel de ingresos individual, eso significa que al tener pocas expectativas de una mejor educación la pobreza se vuelve hereditaria en nuestro país. Así, tan escasa movilidad social perpetúa la pobreza de muchos y desgasta los incentivos individuales de superación, tan fundamentales en las sociedades modernas que se proponen prosperar. En definitiva, en Colombia no solo la pobreza es excesiva, los pobres parecen tener muy pocas posibilidades de salir de ella.

Además de su papel central como causa y consecuencia de la actual crisis mundial, diversos estudios recientes, entre ellos varios del Fondo de Naciones Unidas para el Logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, enfatizan la desigualdad y la movilidad social como retos clave en la consecución de los objetivos de reducción de la pobreza y de desarrollo económico. Y es que reducir la desigualdad no solo nos permite reducir la pobreza directamente, también, al garantizar un mercado interno fuerte y dinámico y un mejor aprovechamiento de la fuerza humana de un país,  incrementa nuestras posibilidades de crecimiento económico a largo plazo (hecho contrastado ya por la comunidad científica), beneficiando tanto a pobres como a ricos.

Brasil es un ejemplo reciente. Hace mucho famoso por ser líder en desigualdad, galardón que le hemos arrebatado, Brasil ha conseguido mejorar significativamente su distribución del ingreso. Por el contrario en Colombia éste ha empeorado considerablemente (figura 1). Así, mientras la pobreza extrema se ha reducido a la mitad en Brasil desde 1989, en Colombia, a pesar de los avances recientes, sus niveles son prácticamente los mismos que hace 20 años (figura 2).

                


Brasil ha reducido sus niveles de pobreza gracias a un crecimiento económico sostenido, pero también, y en especial, gracias a una voluntad política fuerte y decidida. Desde programas gubernamentales de protección social a gran escala, coma la “Bolsa Familia”, a políticas encaminadas a incrementar el acceso a la educación secundaria, la implementación decisiva de políticas sociales redistributivas y de desarrollo humano ha sido fundamental. Y el ciclo positivo se refuerza; la reducción de la desigualdad en Brasil está garantizando un crecimiento económico mayor!


En Colombia, mientras conseguimos llegar a lo más alto del ranking mundial en desigualdad, poco sostenible será casi cualquier acción que realicemos en los otros grandes retos que afrontamos como sociedad. Con los niveles de desigualdad que tenemos hoy en día no conseguiremos eliminar la pobreza extrema, no pondremos fin de forma justa y duradera a la violencia, ni tendremos éxito en la lucha contra el narcotráfico. Bogotá seguirá estando “carísima(como pone de relieve el reciente informe la Revista Semana sorprendente sin mencionar la desigualdad como causa del fenómeno). Una elevada desigualdad como la que experimentamos frena cualquier desarrollo y nos devuelve a afrontar los mismos retos una y otra vez. Si no atacamos de forma decidida este flagelo nunca seremos una sociedad prospera y, mientras otros países progresan, nosotros, como en Cien años de soledad, nos repetiremos en nuestros problemas. 

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